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Cómo una mala traducción puede echarlo todo a perder…

Probablemente la mayoría de nosotros hemos oído (o vivido en primera persona) anécdotas sobre las confusiones y malentendidos que se dan por un uso erróneo de los idiomas. Una mala pronunciación, una construcción errónea y podemos alterar drásticamente el contenido y objetivo de nuestra intervención.

 

Sin embargo, para alcanzar nuestros objetivos a través de otros idiomas, el dominio del lenguaje no es suficiente. Debemos comprender además la idiosincrasia cultural que subyace a un determinado idioma y para demostrarlo, hemos recurrido a un ejemplo bastante ilustrativo, sobre todo si eres un buen amante del séptimo arte.

 

En su película de 2008, Malditos Bastardos, el director Quentin Tarantino ilustra magistralmente este aspecto fundamental del dominio de otro idioma (y sus peligros). En la ficción, varios agentes norteamericanos se hacen pasar por miembros de las SS alemanas y comparten mesa con un oficial nazi de alto rango, en un pequeño bar en la Francia ocupada. Durante una larga secuencia, todo transcurre plácida y amigablemente entre el oficial y los impostores, en buena parte, gracias al dominio del alemán de éstos últimos. No obstante, ese claro dominio del idioma no resulta suficiente y acabarán siendo descubiertos con consecuencias dramáticas para todos.

 

¿Por qué? Por el desconocimiento de la cultura de ese idioma. Como muestra la imagen, el personaje interpretado por Fassbender pide tres cervezas extendiendo los dedos índice, corazón y anular; en Alemania hacen ese gesto con el meñique, el anular y el corazón. Suficiente para que el oficial los descubra.

 

En Lawlinguists, nos aseguramos de que nuestros traductores sean no sólo profesionales del derecho colegiados, sino también nativos del idioma que tengan que traducir, de modo que nada pueda escaparse y echarlo todo a perder.

 

 

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